El método del auriga es una forma de autoexploración, liberación emocional y expansión personal que recibe su nombre del mito del carro alado de Platón.
En esta alegoría, Platón describe el alma humana como un carruaje alado con un auriga o cochero y dos caballos de distinta naturaleza. A diferencia de las almas de los dioses, en las que los aurigas y los caballos son todos buenos y noble su casta, las almas de los hombres son una mezcla y sus caballos tienen naturalezas diversas. Uno de los caballos es bueno y hermoso, y el otro tiene las cualidades contrarias. El auriga ha de hacer un gran esfuerzo para mantener al caballo caótico en línea con el justo. Cuando lo consigue, las alas del carro le permiten elevarse por encima de la bóveda celeste y vislumbrar la verdad.
Siempre sentí mucha atracción por este mito y, en mi traducción personal de la misma imagen, visualizo al auriga como un símbolo de la voluntad humana; al caballo noble como el ser superior y el caballo inexperto como el ego. El ser humano (el equipo completo) es guiado por su verdadera esencia, la misma que moviliza al caballo hermoso (el ser superior), pero a menudo se deja distraer por el caballo torpe (el ego). El ego con frecuencia está cegado o es ignorante, y tiene una mezcla de cualidades, no tan puras y un tanto confusas. El cochero (la voluntad) va tomando decisiones y pasando algunas vicisitudes en su camino, pues aunque a veces ambos caballos van en la misma dirección, suelen apuntar hacia senderos diferentes. El caballo virtuoso siempre sabe adónde va y no es posible despistarlo, pues su esencia es bondadosa y verdadera y hacia la verdad se dirige. El otro caballo no sabe bien adónde va ni por qué, aunque esté convencido de saberlo. A veces, incluso, ambos caballos van por la misma ruta por motivos diferentes. Para que la voluntad madure y evolucione necesita conocer muy bien ambos caballos. El superior es siempre fuerte, claro y humilde, no necesita hacer grandes alborotos. Es por ello que, para entenderlo y sentirlo bien, el cochero necesita domar al otro, que suele moverse mucho y quiere hacerse notar.
Nuestro trabajo en Aurigas es ayudarte explorar el carruaje completo a fin de clarificar todos los elementos. Saber adónde vas, cuáles son tus verdaderos deseos, anhelos y objetivos. Cuáles son los obstáculos que estás interponiendo entre la vida y tú y que, consciente o inconscientemente, puedan estarte alejando de la meta, de una verdadera satisfacción personal. Para ello hay que conocer bien al ego, al caballo despistado, desde un punto de vista familiar y cariñoso, para irle enseñando, educando, ayudando a madurar. Esto se traduce en la habilidad y práctica de explorar y transformar los temores, las falsas creencias, los pensamientos limitantes, las ideas equivocadas sobre la vida que nos llevan a sabotear nuestra felicidad, nuestros objetivos personales y profesionales, y nuestras relaciones.
Y no olvidemos el sendero. Aprendamos a amar cada rincón de nosotros, con todos nuestros dones y nuestras limitaciones, para que podamos disfrutar, con la mayor alegría posible, de este largo camino, hasta que un día podamos emprender el vuelo.
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